Cuando llega un cachorro a casa, todo es emoción. Es pequeño, curioso, juega con todo y siempre parece tener hambre. Y ahí aparece una de las primeras dudas: ¿lo estaré alimentando bien?
La verdad es que muchos dueños hacen lo mejor que pueden, pero aun así cometen errores sin darse cuenta. No porque no quieran a su cachorro, sino porque nadie nos enseña realmente cómo alimentarlo en esta etapa tan importante.
Un cachorro no es un perro adulto pequeño. Está creciendo todos los días, su cuerpo se está formando y lo que come ahora va a influir en su salud durante toda su vida. Por eso, vale la pena entender cuáles son los errores más comunes al alimentarlo y, sobre todo, cómo evitarlos.

Pensar que cualquier comida sirve
Uno de los errores más comunes es creer que, si la comida “es para perros”, entonces también sirve para cachorros. Suena lógico, pero no es así.
Los cachorros necesitan más energía, más proteínas y ciertos nutrientes en cantidades específicas para crecer bien. La comida de un perro adulto está pensada para mantener, no para construir un cuerpo en desarrollo. Cuando un cachorro come alimento de adulto, puede crecer más lento o no desarrollar bien sus huesos y músculos.
La solución es sencilla: siempre elegir un alimento formulado especialmente para cachorros, de acuerdo con su tamaño y edad.
Darle más comida porque “está creciendo”
Este error nace del cariño. Muchos piensan que, si el cachorro come más, crecerá más fuerte. En realidad, comer de más no lo hace más sano.
Un exceso de comida puede provocar que suba de peso demasiado rápido, lo que pone presión extra sobre sus articulaciones y su sistema digestivo. Además, un cachorro acostumbrado a comer en exceso suele mantener ese hábito cuando es adulto.
Lo mejor es respetar las porciones recomendadas y observar su condición corporal. Un cachorro sano es activo, juega, corre y descansa bien, no necesariamente el más rellenito.
Cambiarle el alimento de golpe
A veces pasa que se acaba el alimento, o alguien recomienda otro, y se hace el cambio de un día para otro. El problema es que el estómago de un cachorro es muy sensible.
Cuando el cambio es brusco, aparecen las diarreas, los gases o los vómitos. Luego se piensa que el nuevo alimento “le cayó mal”, cuando en realidad el problema fue la forma de cambiarlo.
Siempre que sea posible, el cambio debe hacerse poco a poco, mezclando ambos alimentos durante varios días para que su sistema digestivo se adapte.
Darle comida de la mesa “solo un poquito”
Un pedacito de pollo, un poco de arroz, algo “porque da pena”. Este es un error muy común y muy entendible. El cachorro pone carita, uno cede… y sin darse cuenta empieza el problema.
La comida humana no está pensada para perros. Puede causar malestar digestivo, diarrea y, además, crea malos hábitos. El cachorro aprende a pedir comida y deja de interesarse por su propio alimento.
Lo ideal es que su dieta sea constante y diseñada para perros, y que los premios, si se usan, sean adecuados para su edad.
No tener horarios fijos
Dejarle comida todo el día o alimentarlo a cualquier hora puede parecer práctico, pero no ayuda al cachorro. Los horarios le dan estructura, seguridad y mejor digestión.
Cuando el cachorro tiene horarios definidos:
- Su estómago trabaja mejor
- Es más fácil educarlo
- Se controla mejor cuánto come
Los cachorros pequeños suelen comer varias veces al día, y esas tomas se van reduciendo conforme crecen. La clave es la constancia.

No tener en cuenta su tamaño cuando sea adulto
No es lo mismo un cachorro que será pequeño que uno que crecerá mucho. Los perros grandes y gigantes necesitan un crecimiento más controlado, porque si crecen demasiado rápido pueden tener problemas en huesos y articulaciones.
Elegir un alimento adecuado para su tamaño ayuda a que el crecimiento sea equilibrado y seguro. Este punto es muy importante y muchas veces se pasa por alto.
Ignorar señales que el cachorro ya está dando
El cuerpo del cachorro siempre habla. Si tiene diarrea constante, se rasca mucho, está decaído o no quiere comer, algo no está bien. No todo es “normal porque es cachorro”.
Observarlo todos los días ayuda a detectar problemas a tiempo. Cuando algo se repite o no mejora, lo mejor es consultar y revisar si su alimentación es la adecuada.
Alimentarlo igual durante todo el crecimiento
Un cachorro cambia rápido. Lo que necesitaba a los dos o tres meses no es lo mismo que necesita cerca del año. Mantener el mismo alimento sin revisar su etapa puede generar desequilibrios.
Es importante acompañar su crecimiento y ajustar la alimentación cuando corresponde, siempre pensando en su bienestar a largo plazo.
Alimentar bien hoy hace la diferencia mañana
Evitar estos errores no requiere ser experto, solo estar informado y prestar atención. Una buena alimentación en la etapa de cachorro es una inversión en su salud futura.
Un cachorro bien alimentado crece con más energía, mejores defensas y menos problemas en el futuro. Y eso se traduce en una vida más larga, activa y feliz a tu lado.


